LLAMADA AL AGUA
Laguna de Aculeo, Chile ― 2021

El lugar que frecuento cada vez que puedo. El territorio donde sentí el bosque desde el vientre de mi madre y luego donde crecí en fines de semanas y veranos apenas abrí los ojos en este mundo. El primer lugar –que siempre digo– donde reconocí de pequeña que yo también soy parte de la naturaleza. Fue el refugio que me acompañó a disfrutar el movimiento de los árboles, a acampar, jugar interminables horas, nadar y navegar en el lago y donde el tiempo solo hablaba de simplicidad y tiempo familiar. En mi temprana adolescencia, la laguna recibió mis primeras aguas y por supuesto que no podría haber sido en otro lugar, es un recuerdo muy especial. De más adulta, recibía mis tristezas y también mis alegrías. Era fácil salir a pasear y recorrer el muelle para reflexionar, recordar y sobre todo agradecer. Y hasta que en un momento te empezaste a secar…
Desde el año 2011, La laguna de Aculeo ubicada en la comuna de Paine, provincia de Maipo en la Región Metropolitana, comenzó a ser una de las primeras testigos del cambio climático, reflejado con los largos años de sequía e imprudencias sobre la gestión de los recursos hídricos de la zona y alrededores. En 2016 estuvo 100% seca con ocho años de sequía absoluta, en 2023 recuperó un 40% y este año 2024 se encuentra recuperando un 80%.
El territorio que me dio tanto, se estaba secando. Y no podía solo entregar mi frustración de no verla florecer y poder seguir siendo el refugio principal de muchos animales que dependían de sus aguas. Podía también crear y usar mi energía para mimarla-mirarla y estar con ella de múltiples maneras como ella estuvo conmigo también.
En un acto simbólico y con mis ganas de profundizar en la fotografía, “Llamada del agua” nace el año 2021, cuando ya llevaba 5 años sin agua, para mi primer proyecto de storytelling. Esta historia es un homenaje y un llamado desde mis propias aguas profundas para reclamar las aguas de “mi y nuestra” querida laguna. ¿Qué somos?, sino territorios dentro de otro más grande; llenos de paisajes, posibilidades y vida. Un reflejo de la madre naturaleza que anhela que nos veamos en el todo y que en cada paso, podamos aprender de ella: de sus ecosistemas, dinámicas, necesidades y ofrendas infinitas. El primer territorio es nuestro cuerpo y nuestras aguas son la magia portadora de la vida de toda existencia. Honrar el agua es honrar la vida, que así siempre lo recordemos…

Sintiendo y abriendo el territorio pienso en que ya no podemos mirar hacia un lado cuando las consecuencias ya están frente nuestros ojos.

Ofrendas a la Madre Tierra: Plumas y cuenco para el viento, fuego para el espíritu, cuarzo y piedras para la tierra y la copa de cristal para contener el agua. Romero para limpiar y proteger, rosas y miel para endulzar. Pinturas del sagrado femenino.

Noche estrellada bajo la luna llena. ¿Adónde irán el canto de los grillos? ¿Volverá el sonido incesante del agua que golpea la orilla del lago? ¿Se preguntará, la luna adónde fueron las aguas que movía gentilmente por las noches llenas?

Caballos y otros animales que sólo eran espectadores de lejos, ahora son parte del paisaje diario dentro de la laguna donde antes había agua.

Estero del puente Rosario que alimenta a la laguna.

Somos agua, caudal y por nuestras venas corre la inteligencia universal.

Recuerdos de infancia, yo de pequeña siempre disfruté los veranos en el Camping Pintué.

Residuo entre grietas de desecación por el sedimento fangoso al interior del lago. Muchos recuerdos se secan y solo hay esperanza de que todo vuelva a ser como antes.

Nuestro territorio tiene sed. Vida, muéstrame,
¿cómo puedo ser para calmar tu sed?
Imagen aérea de un sector dentro de la laguna completamente seca, se pueden ver los caminos que fueron creando los animales con el tiempo.

La Tierra es bañada por colores después de un atardecer.

Pido por la soberanía y fluidez de las aguas en la tierra como símbolo de renacimiento. Soy mujer y también soy esta Tierra que pide en silencio ser rescatada. Podemos sacarnos el velo de la ilusión y comenzar a tomar acción para ver nuestra tierra fluir en libertad.